viernes, 5 de septiembre de 2008

Dan y las back-doors

Unos días atrás saltó a las páginas de los periódicos una noticia que pasó desapercibida entre las Olimpiadas y la crisis económica que martiriza al mundo entero. La historia está protagonizada por Dan Kaminsky, un informático de 29 años de Seatle, quien había descubierto un fallo en Internet que en la práctica permitiría a quien supiera aprovecharlo, básicamente, redireccionar el tráfico de Internet a páginas webs falsas, mediante el robo de la libreta de direcciones web (DNS). Una persona que accediera a la página de su banco habitual, mediante la dirección habitual (www.bancohabitual.com) realmente estaría entrando en una página completamente diferente, que si hubiera sido maquillada como la del banco, podría pasar desapercibida para el usuario que no tendría ningún reparo en utilizar sus contraseñas. Etc.

Como si de una película se tratara, avisó al Departamento de Interior de EEUU, a Microsoft, Cisco, otros grandes operadores de Internet, quienes reunidos en secreto durante dos meses en el cuartel general de Microsoft en Redmond encontraron un parche que ya han distribuido.

Quizás a raíz de estas investigaciones, otros dos expertos en seguridad expusieron unos días después otro nuevo gran fallo de Internet, esta vez relacionado con una “puerta trasera” que permitía acceder a las comunicaciones por Internet a quien supiera abrirla. Parece ser que esta puerta existía a propósito y fue creada para que autoridades gubernamentales pudieran acceder a ella en caso de necesidad.

Dejando a un lado el aspecto holywoodiense de los hechos, merece la pena una reflexión acerca del avance que ha supuesto Internet en tan pocos años y cómo se ha convertido en uno de los fenómenos históricos que han cambiado cualitativamente la vida diaria de las personas.

De igual manera, también merece la pena pensar que aunque podemos suponer que Internet es tan segura como cada usuario quiera que sea, porque dichos usuarios pueden controlarla de manera adecuada (no introduciendo claves en sitios no seguros, ó no realizando transferencias sin tener ciertas garantías), habría que tener en cuenta que sistemas que no controlamos directamente, como comunicaciones entre diferentes organizaciones, desde Departamentos de Interior a centrales eléctricas o agencias de viajes, sí que utilizan de alguna manera Internet, por lo que en la práctica estamos en manos de un sistema imperfecto (como todo sistemas, por otro lado) del que penden muchos intereses.

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