domingo, 24 de agosto de 2008

La grandeza del ser humano


Acostumbrados como estamos a ver personas como nosotros a nuestro alrededor y sumergidos en la vorágine diaria, con frecuencia no reparamos en la complejidad que supone el ser humano, desde cualquier punto de vista. Pero merece la pena abstraerse de la sociedad que nos rodea (creada en última instancia por nosotros mismos), de sus coches, ordenadores, edificios y televisiones, y aislar esta forma de vida tan concreta y especial que se ha desarrollado en el planeta tierra.

Los griegos iniciaron ya el estudio del ser humano, conscientes de la importancia de éste en el universo. Posteriormente, en la Edad Media, el centro de los estudios estuvo regido por Dios, lo que se ha venido a llamar Teocentrismo. Sin embargo, en los siglos XIV a XVI el ser humano volvió a ser motivo de estudio como modelo de la naturaleza, de la mano del Humanismo y el Renacimiento.

El Renacimiento se trata, de hecho, de una de las mayores explosiones culturales y con más cambios (en cuanto a número y repercusión de los mismos) que ha visto la humanidad, provocada en cierta manera por el estancamiento que se había producido durante la Edad Media a raíz de la ley marcial impuesta por la Iglesia en lo referente al estudio centrado en Dios. Durante el Renacimiento no se trató sólo de estudiar el hombre (con numerosas investigaciones en anatomía, por ejemplo), sino de estudiar “para” el hombre: se pretendió que el ser humano se formara en la mayor cantidad de campos del conocimiento posible, como el arte, las matemáticas, la historia clásica, etc. Este periodo de dos siglos significó el verdadero despegue del hombre que conocemos actualmente, ya que permitió sentar las bases del conocimiento actual en lo referente a tecnología, filosofía, leyes, y ciencia en general, lo que ha desembocado en el desarrollo posterior del mundo actual.

Haciendo un paréntesis, conviene reflexionar igualmente acerca de la situación en la actualidad. ¿No se estará viviendo otro estancamiento similar al de la Edad Media en lo referente al desarrollo cultural del ser humano?¿Está el ser humano ocupado en la televisión y el consumo como en su día lo estuvo contemplando figuras alegóricas de la Biblia? ¿Es acertada la formación actual que se imparte en colegios y universidades, basada en la estrategia de las empresas de requerir especialistas para un puesto de trabajo determinado, a costa de privar a los individuos de unas mínimas normas de educación y formación general? En definitiva: ¿Es necesario un nuevo Renacimiento que impulse de nuevo al ser humano en la dirección adecuada del conocimiento?

Dejando a un lado otras consideraciones que podrían hacerse acerca de la grandeza del ser humano, en relación por ejemplo con su capacidad de trabajo, de amar, de sacrificio, etc., este artículo pretende discernir sobre esta grandeza desde un nivel más “bajo” (que no más banal): se pretende bajar a la propia naturaleza física del ser humano, en definitiva tratando de comparar el ser humano con otros seres vivos y otras máquinas y mecanismos con los que estamos habituados a convivir.

En este sentido, quizás merezca la pena pensar en las máquinas que nos rodean (productos, por cierto, del propio hombre). Fijémonos también en las llamadas funciones de cualquier ser vivo: nacimiento, crecimiento, relación, reproducción y muerte. Y dado que a veces es recomendable empezar por el principio, fijémonos en primer lugar en cómo se crea un ser humano: a partir de otros dos seres humanos. Únicamente dos y sin ningún medio adicional, sólo su propia esencia. Es decir, dos seres humanos (hombre y mujer, evidentemente), en una cubo aislado del exterior y sin ningún tipo de instrumento, son capaces de crear otro ser humano. Esto es algo realmente asombroso y que no tiene parangón en las máquinas que conocemos. Las máquinas no se reproducen por sí solas, es necesario un complejo proceso de larga duración en donde hay implicado un elevado número de actores y acciones diferentes. Es necesario un gran grupo de personas encargadas del diseño e ingeniería de la máquina en cuestión, seguido de otro gran proceso de fabricación, desde la obtención de los materiales hasta el conformado de la máquina en cuestión. Todos estos procesos requieren, en primer lugar, una gran coordinación entre las diferentes personas implicadas, y por otro lado un elevado número de máquinas ya funcionando dedicadas al proceso de creación.

La información para el desarrollo de estos procesos se encuentra en los planos que servirán para la fabricación, y que ocupan un gran espacio. La información necesaria para la creación de un ser humano se encuentra confinada en un espacio similar al ocupado por una gota de agua… y repetida cientos de millones de veces. Esto supone un ahorro tremendo y facilita enormemente la “copia” de un ser humano, ya que un hombre (o mujer) lleva siempre consigo la información necesaria para crear otro similar. De esta manera, la continuidad y perpetuidad de la especie se refuerza. Un coche último modelo de 300.000 € no lleva en su maletero los planos para fabricar otro coche.

Es decir, el proceso mediante el cual se crea un ser humano está tremendamente optimizado, en lo referente a número de semejantes involucrados en dicho proceso (dos) y a los medios necesarios, producidos por los propios creadores, y en un reducidísimo espacio.

Esta misma reflexión puede extrapolarse al resto de las funciones: el crecimiento, la relación con semejantes, la reproducción… e incluso la propia muerte. Desde los “materiales” de los que está formado (estructura durísima, recubrimiento perfectamente aislante del medio, bombas impulsoras de líquidos vitales, cámaras, micrófonos, filtros de aire, tuberías, cables, un disco duro prodigioso), su ciclo de alimentación (tratamiento de combustibles muy diversos y obtención de energía que convierte en calor e impulsos eléctricos), su ciclo de drenaje (tratamiento de deshechos y almacenamiento, diversos filtrados), su capacidad de reparación (una auténtica maravilla que permite auto-repararse a partir del propio combustible que ingiere, algo impensable en ninguna de las máquinas que nos rodean), capacidad de relación con el medio a través de cinco sentidos que adquieren la información necesaria y la proyectan con posibilidad de multiplicar la capacidad de un individuo al formar una red con sus semejantes luchando por un objetivo común… Y como se dijo, hasta la muerte es perfecta, ya que el ser humano desaparece, sin dejar rastro y sin contaminar el medio.

Podría entrarse en más detalle, como el increíble proceso de transmisión de toda la información relacionada con un ser a través de cadenas de proteínas que replican la vida de manera “idéntica” a quien la otorga, o el sistema de transmisión de impulsos eléctricos a músculos que articulan miembros que permiten en la práctica infinitos grados de libertad, pero la idea está ahí.


Analizando con un poco de detalle las diferencias entre la manera en que un ser humano y una máquina participan en ellas puede comprobarse que la sorpresa y admiración que sentimos por algunas máquinas que nos rodean debería ser igualmente aplicada a las personas que tenemos a nuestro lado. Quizás de esa manera se de a una sola vida (una vida) la importancia que se merece, y no se trate con la ligereza y desprecio a los que nos estamos acostumbrado a menudo en los medios de comunicación.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante reflexión. No obstante a mí me gustaría dar otro punto de vista diferente al del homo-centrismo (no se si existe ese palabro). Al princio de tu post se comenta:

"Los griegos iniciaron ya el estudio del ser humano, conscientes de la importancia de éste en el universo".

Bueno, yo creo que la importancia del ser humano en el universo es 0. O mejor dicho, completamente despreciable. Desde la perspectiva de la inmensidad del universo, ¿habría alguna diferencia si nosotros no estuvieramos aquí? Quizá que un pequeño planeta de un pequeño Sistema solar de una pequeña Galaxia no estaría experimentando en esta pequeña fracción de la historia universal un pequeño cambio climático, pero poco más.

Pero bueno, los griegos pensaban que la tierra era el centro de todo (comportamiento típicamente humano) así que, por darles el gusto, restrinjamonos a la tierra.

¿qué nos hace realmente tan especiales en comparación con otras especies?

Tenemos ciertas características un tanto 'particulares', cierto. Una capacidad de raciocinio y una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que el resto de especies actuales. Bien. Eso nos hace peculiares y diferentes, de acuerdo.

Pero, por ejemplo, una cucaracha no es menos peculiar y diferente que nosotros. De hecho probablemente sea más perfecta desde el punto de vista evolutivo.

Nosotros a nosotros mismos nos parecemos la especie más importante, pero estoy seguro que, por ejemplo, para las abejas, la especie más importante son las abejas.

Y nuestra inteligencia, de la que estamos tan orgullosos, tampoco es algo tan espectacular. Existen otros animales como los grandes primates, los delfines o los elefantes, que si se estudian un poco, resultan alucinantes. Se habla incluso de que es posible que algunos de ellos tengan conciencia de sí mismos o sean capaces de realizar primitivas formas de expresión artística. ¿quién sabe si, por ejemplo, dentro de varias decenas de miles de años alguna de estas especies no pueda haber evolucionado hasta un estado similar al que nos encontramos nosotros hoy? O... ¿quién nos asegura que no pueda haber en el futuro una glaciación, una colisión con otro cuerpo espacial o lo que sea que acabe para siempre con nuestra forma de vida?

En fin, que yo creo que nos damos demasiada importancia a nosotros mismos. Que a veces pensamos que el mundo, incluso el universo, es así para que nosotros estemos en él (visión alentada por las religiones).

Creo que no deberíamos tomarnos a nosotros mismos tan en serio, porque no somos tan importantes, pero en fin, es solo mi opinión y además seguro que mañana tengo otra ;)

CRVM dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
CRVM dijo...

Estimado Arturo, siento decirte que en esta ocasión solo puedo estar parcialmente de acuerdo con tu comentario (aunque ya sabes que lo agradezco enormemente). El acuerdo es parcial porque comparto contigo que la importancia del ser humano en relación con el Universo (ó lo que habitualmente entendemos por él) es despreciable, y de hecho en una entrada que tuve pensado publicar iba a tratar ese asunto.

Actualmente le estoy dando un poco más de vueltas porque he cambiado ligeramente de opinión y no creo que el ser humano en comparación con el universo sea “0” (ya sabes tú que un cero es algo bastante radical y raro, y que se pueden poner muchos decimales a la derecha del “0 coma”), puesto que si comparamos la complejidad de una estrella (por ejemplo), que es una mera concentración (en cantidades bestiales, eso sí) de átomos (de los más sencillos que existen, por otra parte, hidrógeno en su mayor parte) formando parte en ciertas reacción químicas, con un ser humano, plagado de átomos diferentes y asociados de manera única formando tejidos, y con parecidas reacciones químicas pero a menor escala en su interior, se comprenderá que no somos tan despreciables y que la naturaleza ha hecho un gran trabajo durante más de millones de años.

En este sentido, recomiendo el libro “Informe sobre el universo”, de Timothy Ferris, en el que se detallan los últimos descubrimientos que se han hecho sobre el Universo, el Big-Bang, etc. En él se plantea una teoría, relacionada con la mecánica cuántica y los diferentes universos espacio-temporales que pueden coexistir a la vez, según la cual existirían tantos universos como observadores de los mismos. Es decir, en el extremo, por cada persona habría un universo, y no en el sentido figurado de que “cada persona es un mundo”, sino literal.

Lynn Margulis tiene otra teoría curiosa, según la cual el ser vivo daría sentido al universo, de manera que su existencia ayudaría a “ordenar” el caos al que tiende el universo (tendencia a la entropía, segunda ley termodinámica), utilizando para ello energía: Según esta teoría, el ser vivo se desarrolla, bajo ciertas condiciones necesarias, en un lugar con una fuente de calor y otra de frío (estrellas y espacio, en este caso), consumiendo para ello la energía intercambiada entre estos focos. De esta manera, el ser humano pasaría de utilizar la energía para vivir, a vivir para usar la energía en busca del orden.

El motivo del artículo original, en fin, no era ya tanto comparar al ser humano con el Universo global, sino a un ser vivo cualquiera con el “universo” particular que nos rodea, y en concreto con las máquinas de las que a veces estamos tan orgullosos y nos pueden llegar a sorprender. Bajo mi punto de vista, tendríamos que empezar a sorprendernos más por la vida que nos rodea y apreciarla y valorarla mucho más.

Con lo que no puedo estar de acuerdo es con la afirmación de las cucarachas… Bajo mi punto de vista, una cucaracha no está más desarrollada que nosotros porque su relación fuerza/peso sea superior a la nuestra o porque resista mejor las enfermedades. Es una visión demasiado individualista. Creo que una de las peculiaridades del ser humano es su capacidad para relacionarse con sus semejantes, de infinidad de formas posibles (y no como las hormigas) y su capacidad para intentar decidir su futuro. Aunque cada vez sea una tarea más compleja.

Arturo dijo...

¿Sientes no estar del todo de acuerdo? Si eso es lo bueno, ¿no?. Opiniones y puntos de vida diferentes (tantos como observadores ;)). Yaya mierda de mundo si no fuera así...

Freud decía algo como que "Si dos personas están siempre de acuerdo es porque una de ellas piensa por los dos".

Me apunto tu reseña del libro de Timothy Ferris. Últimamente me he propuesto aprender cosas de cosmología y también de mecánica cuántica. Son temas que me parecen apasionantes pero en los que estoy bastante pez y me pierdo con facilidad cuando leo cualquier artículo mínimamente profundo.

En cuanto a la Biología: No digo que las cucarachas estén más desarrolladas que nosotros, sino más bien que depende de cómo se entienda la palabra "desarrollo". Lo que quería decir de que son más perfectas desde el punto de vista evolutivo se refiere a la acepción puramente darwinista del término 'evolución', es decir, están mejor adaptadas al entorno como especie, y me reitero en ello.

En cuanto al ser humano, pues claro que tenemos algo que nos hace únicos. Tenemos un conjunto de habilidades peculiares y sin parangón en la Naturaleza, eso es evidente. Lo que quiero decir es que (pienso que) eso no nos hace mejores que ninguna otra especie. Nosotros tenemos unas capacidades determinadas y otros animales tendrán otras.

Por ejemplo, si el Homo Neanderthalensis hubiera prosperado, probablemente ahora seríamos dos las especies de homínidos con capacidad de raciocinio, no sólo nosotros.

Tenemos una inclinación natural a sentirnos más importantes y yo creo que es lógico y parte de la selección natural: Esta característica (considerar a tu especie como más importante que las otras) hace que unos individuos se protejan a otros y por tanto, a la larga, que la especie prospere.

Es que estoy muy Darwinista últimamente (ver entrada en mi blog). Pero bueno, no pretendo tener razón, sólo dar mi punto de vista.