jueves, 3 de enero de 2008

La perversión de la democracia

He conocido a varios políticos durante mi vida, algunos de ellos en persona. Cierto es que las generalidades son injustas con los individuos que se salen de la norma, y que no sirve de nada analizar un todo homogéneo porque enmascara las particularidades de las diferentes partes, pero en algunas ocasiones es útil utilizar una especie de metonimia para caracterizar a un grupo de personas en función de los rasgos más característicos de los individuos más representativos, dada la influencia que estos últimos ejercen sobre el conjunto.

Dicho esto, continuaré mi razonamiento sobre “algunos” de los políticos que he conocido hasta la fecha. Para entenderlo bien, he de decir que la mayor parte de ellos me han decepcionado bastante, y he llegado a la conclusión que ha sido debido a la sensación de ineptitud y desperdicio de poder para hacer mejorar la vida de los ciudadanos. Ello añadido, en ciertos casos, con una buena dosis de corruptela cateta. En definitiva, y en resumen, una gran falta de profesionalidad en la función que se les ha atribuido, y esa es la verdadera clave.

La falta de profesionalidad. En cualquier otro tipo de trabajo, autónomo ó vinculado a una empresa, prima por encima de cualquier cosa los resultados obtenidos, y se busca la máxima idoneidad del individuo al puesto, bien sea por méritos profesionales previos ó por titulación académica. Suelen buscarse buenos profesionales porque resultan rentables a la empresa: el sueldo que reciben es muy inferior al dinero que gana la empresa por su trabajo.

En política, sin embargo, ocurre todo lo contrario. La mayor parte de los políticos que he conocido ocupan puestos de responsabilidad únicamente como recompensa por el tiempo dedicado al partido y por haber “tragado” hipócritamente durante años a sus superiores, independientemente de la valía profesional para el puesto en cuestión y por supuesto de la titulación académica. Esto deriva en una total ineficacia y en una rentabilidad nefasta para las cuentas públicas.

La situación es extraordinariamente grave, dada la responsabilidad depositada en estas personas: sus decisiones influyen directamente en la vida del resto de ciudadanos, ya que manejan las cuerdas más generales de la ordenación social, ya sea en pueblos, ciudades o países. “Juegan” con el dinero tan arduamente conseguido por los ciudadanos y posteriormente cedido al Estado y las Instituciones, invirtiéndolo ó gastándolo en actividades que pueden afectar a la vida de millones de personas durante grandes periodos de tiempo, como cualquier tipo de decisión que se tome en lo relacionado con la educación de una generación entera de ciudadanos.

Sería necesario que la clase política reflexionara profundamente sobre su idiosincrasia. Iría en contra de la propia democracia el profesionalizar al político, dado que la libre elección de los ciudadanos de sus representantes en las instituciones es la base de este sistema político, pero el espíritu debería ser ese. Buscar para puestos que tanta responsabilidad e influencia tienen a los mejores profesionales en cada campo (independientemente de tratarse de una concejalía de pueblo ó de un ministerio). En el origen de la democracia griega no existían representantes como tales, la soberanía recaía sobre el pueblo directamente. Con el tiempo se demostró que la democracia representativa era la forma de gobiernos más perfeccionada, pero dichos representantes eran grandes hombres de las ciencias y las letras, filósofos, eruditos… gente en definitiva capacitada y con conocimientos suficientes para tomar decisiones en sus campos de actuación. No se trata de crear una oligarquía, con una clase superior privilegiada que dicte sobre el pueblo; sí deberían exigirse sin embargo unos mínimos, como en cualquier trabajo.

Hoy asistimos estupefactos a la proliferación de políticos de tres al cuarto, que tienen que mentir sobre sus innumerables títulos universitarios para tener algo de crédito, que son incapaces de dar una a derechas, a pesar de contar con más medios que en ningún otro momento de la historia. Y esto perversión de la democracia es, cuanto menos, incomprensible.

7 comentarios:

Arturo dijo...

Parece que algún presidente de gobierno vecino piensa parecido a tí...

Sarkozy en el Mundo

Sarkozy en el País

CRVM dijo...

Gracias Arturo por tu aportación. Efectivamente, como se preguntan en uno de los artículos: "¿Por qué la política es el único campo en el que no se sigue una evaluación?"

David Ruiz de la Hermosa dijo...

Bueno, ya sabéis la situación que tuve con cierto político local de Daimiel respecto a ciertos comentarios publicados en un foro de participación ciudadana. Quizá deberíamos hacer caso al gemelo Jesús y presentarnos con un partido político a las próximas elecciones locales...

Anónimo dijo...

Esta es mi idea de lo que debería ser la política, que recoge en parte el pensamiento socrático:
Los políticos son los dirigentes de todos los ciudadanos y, en última instancia, de la sociedad en su conjunto. Por tanto deberían ser los mejores de estos ciudadanos. Para mí deberían cumplir los siguientes requisitos:
-Proceso de formación de los candidatos. Dada la responsabilidad del cargo debería exigirse el mayor período de formación de todos los existentes actualmente. Digamos, ¿15 años?
-Selección de los mejores. No me preguntéis el método porque no lo sé, pero evidentemente uno objetivo.
-Período de pruebas.
-Examen final.
Una vez elegidos:
-Renuncia a la propiedad privada con posterioridad al desempeño del cargo, o al menos limitación. Así nos quitamos de enmedio a los chorizos y especuladores y garantizamos que se involucren por verdadera voluntad y vocación de hacer el bien a la sociedad.
-Evaluación periódica de resultados.
-Renuncia a la gerencia de empresas.
-Estudio del patrimonio y poder de amigos/parientes/conocidos/sobornadores.
¿Cuántos de los políticos actuales estarían dispuestos a seguir con su puesto actual?

Anónimo dijo...

Efectivamente, la pregunta es buena: ¿Cuántos políticos estarían dispuestos a trabajar por la sociedad, en lugar de a costa de la sociedad?

Muchas gracias hermano,
Un abrazo,

Anónimo dijo...

Yo creo que debería haber una carrera que formara a los póliticos como un profesional, lo mismo que se le exige a un Médico o a un Ingeniero, unos años de preparación, igualmente debería de exigirseles a los póliticos un aprendizaje.
Tambien creo que debería elegir a las personas que estuviesen preparadas para los distintos puestos de responsabilidad, porque ¿Que hace un profesor de Matemáticas tomando decisiones en un Ministerio de Sanidad? o ¿un Aparejador Técnico tomando decisiones en Educación? Y lo mas importante, que hubiera un control para que se cumpliera honestamente con el trabajo encomendado.Pepa

Anónimo dijo...

Dentro de unos días vendrán las elecciones generales y tendremos oportunidad de comprobar si cambian en algo las cosas...